Quedé desparchada en la época del Covid. Organicé mis cosas, vi todo Netflix, adelanté contenidos de la universidad.  Por esos días en que el edificio estaba un poco vacío, recorrí cada lugar posible. El gimnasio, la recepción, bajé al sótano. Por esos días me hice amiga del staff. A veces recorría el lugar con ellos, subía, bajaba, cualquier cosa me inventaba para que pasara rápido el tiempo.

Un día me desperté y vi algo extraño en mi cuarto. Había una porcelana, un payaso que nunca había estado ahí. Inocentemente pensé que pudo ser que alguna persona encargada del aseo lo había dejado sin querer, por lo que lo llevé a recepción.

Desde ese día, mi pesadilla comenzó. Algo extraño empezó a pasar en el apartamento. A las 3:33 am de cada madrugada, la cisterna se bajaba sola. En las noches escuchaba la puerta de entrada abrirse y cerrarse. Esto duró cerca de un mes, hasta que una noche noté que el mismo payaso que había dejado hace semanas en la recepción, estaba de nuevo en el sitio en el que lo había encontrado antes. El susto fue impresionante pues, por esos días estaba sola.

Cuando iba saliendo, me encontré a una persona de servicios generales y hablé con ella. Apenas vio que llevaba la porcelana en mis manos, cambió su cara de inmediato. Me contó que eso mismo venía pasando en varios apartamentos más, que algunos residentes habían preguntado por ella, ya que la habían encontrado en sus cuartos. En todos había algo particular: una vez que la veían, extrañas cosas empezaban a pasar. Uno encontró toda su ropa tirada en el piso y a una chica que estudiaba en la madrugada, le golpearon la ventana del noveno piso desde la parte de afuera…

Yo no era la única ahora. Tuve que comunicarme con la administración. Llevé el payaso, pero no le dieron importancia, a lo mejor un poco incrédulos, me dijeron que todo estaba bien.

Tiempo después, acompañando a una trabajadora de aseo por el edificio, charlábamos juntas hasta que llegamos al cuarto de mantenimiento, allí me preguntó si sabía guardar un secreto. Ella fue mi compañía durante toda esa época, le respondí que era obvio que sí. Recuerdo que me dijo que confiaba en mí. Abrió la puerta del cuarto y ahí estaba la porcelana, encerrada en una caja de cristal. Un residente pasó por lo mismo que yo había pasado, la única diferencia era que, en esa ocasión, el payaso se había movido.

Desde ese día, ahí permanece la caja con su inquilino, bajo llave y supervisada por una cámara. Ha sido imposible acceder a las grabaciones de seguridad, pero sigo escuchando de varias personas que ven al payaso en sus apartamentos. 

*Los sucesos narrados hacen parte de la ficción y cualquier parecido con la realidad es pura coincidencia ¿O no? Pregúntale a Francisco.